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Foto del escritorRedacción

ELSE LASKER-SCHÜLER Y LA BÚSQUEDA DE UN AMOR

JAIRO RAMOS ACEVEDO

Escritor vallecaucano



Muchas veces, recurrimos a la lectura de escritores extranjeros para mirar otras perspectivas del mundo y no a la lectura de los novelistas colombianos, quienes en forma repetitiva no rompen el celofán con temas diferentes a los del narcotráfico, la violencia guerrillera y el abuso sexual. 


Hoy recurro a una escritora alemana: Else Lasker-Schüler, la poeta alemana más original, desinhibida e inclasificable construye en esta novela epistolar, auténtica joya del expresionismo alemán, un crudo análisis del individuo y la ciudad de Berlín a las puertas de la Primera Guerra Mundial (1919). 


A principios del siglo pasado, Berlín era una fiesta, antes de que se empezaran a cavar trincheras en Europa o la ciudad se convirtiera en la capital de los rusos blancos. Mejor dicho, era un teatro de variedades donde se daba rienda suelta a los sueños, hasta entonces, como genios, encerrados en la botella del inconsciente. 


Era también un gran café atestado de emigrados, artistas, intelectuales y bohemios llegados de todas partes para inventar la experiencia urbana contemporánea. O la pista de un circo que un funámbulo cruzaba desde lo alto, clavando la mirada en un punto fijo. O era un parque de atracciones, como el Lunapark, que exhibía también a seres humanos esclavizados para el espectáculo de la mirada (los Völkerschauen, o zoos humanos). 


En ese Berlín -y en esos ambientes- se integró Else Lasker-Schüler (nació el 11 de febrero en Eberfeld, hoy Wuppertal, 1869 y fallece en Jerusalén, el dia 22 de enero de 1945), poeta expresionista, fue considerada por Gottfried Benn como la poeta lírica más grande de Alemania. 

Su doble condición de mujer y judía está en el centro de su obra, en la que aúna intimismo vitalista y simbolismo religioso. Última de seis hermanos, fue hija del banquero Aaron Schüler. La tragedia no tardó en visitar a su familia, en 1890 falleció su madre, en 1894 su hermano Paul y en 1897 su padre. 

En 1894 se casa con el médico Berthold Lasker Jonathan y se muda a Berlín, donde residirá hasta 1933. En 1903 se divorcia y vuelve a contraer matrimonio, esta vez con el músico y editor Georg Lewin. Tras separarse de Lewin en 1910, se ve obligada a recurrir al apoyo de amigos y colegas para obtener ingresos económicos para poder sobrevivir. 


En 1912 conoce a Gottfried Benn, con quien entabla una gran amistad. La muerte de su hijo Pablo por tuberculosis en 1927 le sume en una profunda crisis emocional. A pesar de recibir en 1932 el Premio Kleist, al año siguiente emigra a Zúrich debido a las amenazas del partido nazi. 


Viaja al Mandato Británico de Palestina en 1934 y en 1937. Su nacionalidad alemana le es revocada y en 1939 hace su tercer viaje a Palestina. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le impide volver a Suiza. En 1944 enferma gravemente y poco después fallece de un ataque al corazón. 


Yace enterrada en el Monte de los Olivos en Jerusalén). Sin duda fue una de las poetas alemanas más originales, desinhibidas e inclasificables, adorada y detestada a partes iguales. Lasker-Schüler, que se había mudado allí a los veinticinco años, fue definida por Karl Kraus, llamado en estas páginas el "Dalai Lama de Viena", como un cruce de arcángel y pescadera. 


Todas estas localizaciones se describen en esta novela epistolar, titulada MI CORAZÓN, Traducción de Alberto Gordo, editada por Firmamento, y consta de 148 páginas. Es un manual de cartas de amor, dirigidas a su marido, Herwarth Walden (y a su acompañante, el abogado Kurt Neimann), durante su viaje por Noruega, los protagonistas de estas cartas son la ciudad y los sentimientos de la autora. Ella explora ese espacio intermedio entre lo público y lo privado llamado extimidad. 


Hoy, sería fácil etiquetar MI CORAZÓN como "literatura del yo", aunque esta clasificación resulta insuficiente tanto en la actualidad como en vida de Lasker-Schüler. Aunque ha sido más estudiada por su poesía, la apreciación de su prosa ha crecido en las últimas décadas. 


En cualquier caso, para definir esta obra, me quedo con el subtítulo de su edición original de 1912: “Ein liebesroman mit Bildern und wirklich lebenden Menschen” (Algo así como "una novela de amor con imágenes y personas realmente vivas"). 


En MI CORAZÓN sólo leemos las cartas de ella, su tránsito por los territorios del amor, la pasión, los celos, la confusión, la tristeza o el desencanto, y su relación con Walden estaba llegando a su fin: "Te conozco y me conoces, ya no podemos sorprendernos y yo sólo puedo vivir de los milagros. ¡Inventa un milagro, por favor!". 

Su visión del sentimiento amoroso es intensa, sin medias tintas. "El amor, Herwarth, ya sabes lo que yo pienso del amor: que, si fuera una bandera, la conquistaría o moriría por ella", le dice, y bromea con comercializar el epistolario como "el único manual verdadero para escribir cartas de amor". Pero que no lleve esto el lector a engaño. El texto de MI CORAZÓN mira para adentro, y desde ese "adentro" mira también afuera, a Berlín, que no siempre es amable ("Berlín solo tiene una mirilla, un cuello de botella, y casi siempre está taponado, hasta la fantasía se ahoga"). 


Esa mezcla, de un tono íntimo, irónico y algo descarado, nos seduce. Lo hace con un lenguaje acrobático, sensual y juguetón, sin por ello ocultar las penurias económicas. ("Pero tener poco dinero lo soporto aún peor, no estoy acostumbrada a vivir en miniatura"), cuyo sabor agridulce compensa con descargas líricas imprevistas: ahora unos besos son "mariposas de amatista quemada", una voz es "como un cráter humeante" o de ella "resuenan flores de cristal veneciano y verdaderos encajes palaciegos crujen bajo sus palabras", y de la escritura de alguien dice que tiene "olas sagradas con aroma a oración". 


El conjunto es como la búsqueda de una respuesta, con palabras y dibujos, a la pregunta que lanza Lasker-Schüler, a sí misma y al lector: "No se puede entrar en el cielo si no se tiene el cielo dentro, sólo lo eterno apremia hacia la eternidad. (...) Los milagros de los profetas, las obras de los artistas y todas las iluminaciones, también la imprevisible alegría de los ojos, surgen de la eternidad, del azul duradero del corazón”. ¿Lo es de este corazón?

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