Por John Tenorio
Estoy rogando a todos los santos para que el intocable Ramón Jesurum, presidente ‘sub
júdice’ de la Organización No Gubernamental, ONG, y sin ánimo de lucro, Federación Colombiana de Fútbol, FCF, no le de ahora por revender su ‘boleta’, pero su 'boleta' de captura.
Él, tan acostumbrado como está a toda clase de torcidos no sería raro que la revendiera, como lo hizo con las boletas para las eliminatorias al Mundial Rusia 2018...
...pero, amén de ser un acertado ‘meme’, que ya circula por las redes sociales, lo de la reventa de la ‘boleta’ de captura podría ser viable si el caso de la agresión a una mujer oficial de la seguridad en el estadio de Hard Rock, de Miami, hubiera sucedido en Colombia.
Aquí, seguramente el congreso lo condecora con la Gran Cruz de Caballero y hasta harían votos para su reelección, como ya lo hizo la Dimayor y sus socios. O como también lo ha hecho la gran prensa bogotana, intentado lavarle la cara para minimizar la metida de pata en Estados Unidos, que podría significarle incluso la revocatoria de la Visa.
Lo confieso. Sentí un fresquito que me subió de arriba a abajo y de abajo a arriba, cuando vi los videos de 'WhatsApp' de Jesurum y de su hijo de 42 años, Ramoncito Junior, ambos esposados y vestidos con el uniforme color naranja que identifica a los delincuentes recluidos en las guandocas de Estados Unidos.
Ni de riesgos hubiera sido posible esto en Colombia, el país del 'importaculismo' y en el que hasta los propios dirigentes dan mal ejemplo. Y por eso nos estrellamos con nuestras malas acciones en el extranjero. Solo le faltó al tristemente famoso Ramón Jesurum pedir cacao al consulado de Miami. Ahí estaba, frente a los jueces federales, el más grande exprimidor de los frutos del fútbol colombiano y sus jugadores. El líder de la mafia que hace y deshace con este popular deporte, aquel a quien idolatran los locutores y comentaristas de los medios tradicionales. Le rinden tributo y hasta le hacen un altar con tal de que les lleve boletas para los partidos de la Selección Colombia o les reparta whisky a diestra y siniestra para que hablen bien de él.
Estoy convencido de que este es el mometo preciso para que el presidente Gustavo Petro intervenga esa olla podrida que es la FCF. Algunos dirán que no es posisible, porque es un ente privado, pero hay forma de hacerlo a través -por ejemplo- de la Superintendencia de Sociedades. O como ya lo hizo la Superintendencia de Industria y Comercio, asumiendo la investigación de la reventa de boletas de las eliminatorias del Mundial Rusia 2018 y trasladando el caso, inclusive, a la Fiscalía.
Estamos a pepo y cuarta de que el gobiero le pida a este sinvergüenza los estados financieros de la FCF y verán cómo empieza a caerse ese imperio construido con acciones torticeras. ¡Vamos presidente Petro que sí se puede!
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