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Matar o perdonar a Petro



* Por Yesid Arteta/ Semana.com

El objetivo de la bomba sucia lanzada contra Petro es la de sembrar la amargura entre sus millones de electores, crear dudas entre sus amigos y debilitarlo de cara a futuras batallas electorales.


Hubo un tiempo en que los políticos entraban y salían del pabellón de Alta Seguridad de La Modelo y La Picota de Bogotá. Iban por su tajada. La tajada que le daban los mafiosos. No pasaban por reseña. La policía cubría con toallas la cámaras para que no quedaran registros. Los mafiosos desconfiaban de los políticos. Los trataban de rateros. No eran tontos e instalaban cámaras ocultas en las pantallas de los televisores. La entrega del dinero quedaba grabada. Los políticos salían con los dólares en el bolsillo. Los mafiosos se partían de la risa viendo las grabaciones.


Las grabaciones eran su salvoconducto. A veces asomaba alguna chica con deseos de fama. Iba por su tajada y algo de sexo. Chicas que luego aparecían coladas en algún novelón de la tele. A menudo iban periodistas mal pagos que por una migaja se inventaban una noticia que limara el prontuario de un mafioso. Patriotas ilustres entraban a los penales con las manos vacías y rato después volvían a la calle con los bolsillos cargados de billetes manchados de sangre y cocaína a hacerle mandados a la mafia.


Hubo un tiempo en que un ilustre abogado llegó a ocupar la jefatura de la policía política de Colombia. Para este abogado los enemigos estratégicos del Estado no eran los macrocriminales y los saqueadores de las arcas públicas. Se hizo a la idea o le metieron la idea de que los enemigos de Colombia eran los opositores del gobierno. Ordenaba seguimientos e interceptaciones telefónicas ilegales. Tenía acceso a información privilegiada. A unos les borraba a otros les agregaba. Hizo listas. Listas que pasaron a manos de los sicarios. Los sicarios se cargaron a decenas de opositores. Los mataron. La historia acabó mal para el ilustre abogado. La Corte lo condenó a prisión por asesinato y otras arandelas.


Estamos en un tiempo en que una parte del establecimiento político y empresarial de Colombia, en complicidad con algunos abogados condenamente inmorales, defienden la podrida idea del “Estado Patrimonial”. Para estos sinvergüenzas el patrimonio del Estado es para repartírselo y llenarse los bolsillos. Punto. Los políticos entregan las licitaciones a empresarios de pacotilla y los abogados se encargan de cubrirles las espaldas a través de ratoneras legales. Es una estafa. Una estafa con visos de legalidad. Los contribuyentes son las victimas. Los puentes se caen. Los obreros mueren. Los túneles quedan inconclusos. Arruinan al Estado. Más impuestos.


Gustavo Petro es el látigo que ha castigado las costillas de la mafia política colombiana. Denuncia. Llama a los cosas por sus nombres. No tiene miedo. Para la mafia política es un obstáculo. Hay miembros de esa mafia que quisieran verlo muerto. Pegarle unos tiros tal como han hecho con otros. Pero Petro sigue vivo. A la mafia política se le puede venir el mundo encima si matan a Petro. Pero sí pueden encarcelarlo, multarlo o despojarlo de sus derechos políticos. El plan está en marcha. La ratonera para hacer caer a Petro está en curso. La bomba sucia fue lanzada en la plenaria del Senado. El fango sirve de coartada para que los pillos de Odebrecht no puedan ser identificados. 


Petro no ha cometido un crimen. Lo sucedido es hecho de mal gusto. Ha pedido perdón por el mal gusto. Es suficiente. En Colombia ningún político o corrupto ha pedido perdón por haber ordenado asesinatos o saqueado el patrimonio del Estado.

El objetivo de la bomba sucia lanzada contra Petro es la de sembrar la amargura entre sus millones de electores, crear dudas entre sus amigos y debilitarlo de cara a futuras batallas electorales.

¿Viejo Topo, recuerdas a Los siete samuráis? ¿La peli de Akira Kurosawa? ¿Recuerdas las palabras de Kanbei, el estratega que dirige la defensa del pueblo contra los bandidos? Te las recuerdo, Viejo Topo: “Habrá una guerra contra los bandidos. La Verdad es que nuestro patrono es un pueblo. Nos alistamos para una batalla que no nos dará ni dinero, ni fama.”  

* Escritor y analista político

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