JAIRO RAMOS ACEVEDO
Abogado - escritor
Aún no he podido salir de la atonía y creo que no saldré después de dos años seguidos, porque es una constante que he venido observando desde que el gobierno del cambio inició una dura y fatigante lucha para poder cumplir con sus promesas presidenciales.
El pueblo ávido de transformaciones sociales y económicas desde hace años, voto con la esperanza de que la democracia era perfecta: que los partidos perdedores iban a permitir que el gabinete del presidente Gustavo Petro iba a gobernar con una agenda social, pero estábamos equivocados, la ultraderecha enfiló las baterías y emprendió sistemáticamente una campaña de desprestigio y difamación, utilizando los medios de comunicación: ningún proyecto de envergadura pudo ser aprobado por el Congreso de la República.
Las ollas podridas estaban enquistadas en el hemiciclo de la democracia, Senadores y Representantes a la Cámara de los partidos alineados en la derecha extrema, cerraron filas para que las transformaciones sociales no se aprobaran.
Empezaron a minar el imaginario colectivo, mediante mensajes subliminales, donde el objetivo era denigrar, difamar, ultrajar, maldecir, envidiar, mentir, romper el celofán de credibilidad que el gobierno actual tenía frente a la opinión pública.
Los funcionarios abyectos al sistema del statu quo o antiguo régimen de privilegios y de corrupción permanente, aupados por los jefes políticos tradicionales, empezaron a minar desde adentro y sin ningún escrúpulo los defectos más sobresalientes de la actual administración. De manera inclemente hurgaron los círculos más cercanos del presidente, en su vida íntima y social. Nunca antes se había cuestionado la trayectoria de un presidente como ha sido contra Gustavo Petro, cónyuge e hijos.
La privacidad en la casa de Nariño despareció, el fuego amigo, se ha valido de patrañas y de chismes. Pero resulta increíble que, un Gobierno que se defiende exitosamente del constante ataque de enemigos y adversarios; lastimosamente, esté siendo erosionado por sus propios partidarios, inmersos en envidias, chismes y patrañas.
Hay cuatro grupos al interior de la Casa de Nariño disputándose el poder, uno es el de Verónica Alcocer y amigos íntimos; el segundo los históricos compuestos por los amigos de Petro del M19 que tienen la inteligencia; el tercer grupo de Laura Sarabia y circulo de amigos y tíos; el cuarto los de centro derecha como Benedetti, Roy Barreras, Velasco y Prada… estos son los que conspiran contra el proyecto progresista de Petro y que la esposa llama fuego amigo.
El extraordinario escritor Miguel de Cervantes Saavedra, decía: "Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes". La derecha extrema no soporta que una persona que no es de la élite social, económica y política esté es un alto cargo de Estado y mucho menos si es un exguerrillero.
Si no se da la oportunidad de gobernar a los jóvenes no sabrán lo que es la administración y sus complejidades. No podemos quedarnos con los mismos uribistas que han gobernado este país en los últimos 30 años. Estamos en el gobierno del cambio. No se puede atacar con informaciones tendenciosas y titulares falsos. El odio social lo gestan desde los medios con informaciones tendenciosas y titulares amañados. Rumores, conjeturas... ¿pruebas? Sí, una irrefutable: los intentos por desprestigiar al gobierno Petro.
Nada distinto ha hecho la oposición: difamar, odiar, repudiar, mentir y ultrajar la agenda ministerial, no permiten que avancen en la ejecución de los presupuestos, porque los servidores públicos enquistados en los niveles medios y bajos de la administración pública conspiran para que nada funcione, para que el gobierno se desacredite, porque siempre ha existido la sombra del golpe blando. Esto es un hecho innegable. Al frente de esta conspiración está la sombra funesta de Álvaro Uribe Vélez, el ser más cínico y tramposo que haya tenido Colombia.
Desde que se incrustó en la administración pública como gobernador y alcalde y luego como director de la Aerocivil, todas sus acciones han sido objeto de cuestionamiento, y ha utilizado los mismos métodos que usan los narcotraficantes, empezó a intimidar, amenazar y aniquilar a los más acérrimos adversarios políticos como su amigo Pedro Juan Moreno, y luego su vinculación con todos los jefes paramilitares, hasta convertirse en el autor intelectual de todas las masacres y los falsos positivos, cuando ejerció la presidencia.
Pero si ahondamos más sobre este sombrío panorama de desilusión y violencia, una mea culpa también la tienen esos funcionarios y partidistas que integran el Pacto histórico, que internamente se han roto las vestiduras porque el gobierno de Petro no ha cumplido con la designación en varias cuotas burocráticas; y que solo se ha ceñido a beneficiar a un círculo cerrado que más dinero aportó a su campaña política, dejando a los zarrapastrosos que sigan haciendo fila para poder aspirar con dignidad a un cargo público de alguna importancia nacional.
Quizá no pierde vigencia aquel lema que dice: “No hay peor enemigo que los propios amigos desagradecidos”. Porque de la mentira y de la infamia algo queda. Definitivamente Colombia es un pueblo chismoso y de esto viven muchos seguidores; sumergidos en una burbuja de sueños y de ilusiones, viven engañados por los políticos más corruptos, cínicos e hipócritas que hayan existido en Colombia.
JAIRO RAMOS ACEVEDO
Comments