La hermosa ciudad de Medellín le ha regalado a Colombia y al mundo dos monstruos: Pablo Escobar y Álvaro Uribe. Escobar ya es un malandro oficialmente malo, personaje de teleseries y cultura popular donde el morbo se mezcla con la falta de criterio, y confunde a un magnicida y psicópata con una especie de Robin Hood moderno porque "construyó polideportivos" y "regaló casas a los pobres". Le llamaban el 'Patrón'. Este mismo apodo también lo han usado los admiradores de Uribe