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PÉTER NÁDAS: REFLEXIONES PARA COMPRENDER EL MUNDO

  • Foto del escritor: Redacción
    Redacción
  • 20 mar
  • 3 Min. de lectura

JAIRO RAMOS ACEVEDO

Escritor vallecaucano


Para poder adquirir una dimensión cultural ecuménica, se requiere leer textos de ç Y, para reafirmar este pensamiento, tuve la fortuna de encontrarme con el escritor húngaro Péter Nádas por casualidad cuando recorría el Museo de Louvre de París; justamente cuando recibía la noticia que acaba de publicar “Almanaque”, novela que recoge el libre discurrir del pensamiento y la imaginación, es una obra ambivalente que podría ser una puerta de entrada a la ficción y ensayística de este autor referencial de la literatura europea.

Sin duda, utilizar como título un utensilio cotidiano: Un almanaque es un calendario que recopila información útil, consejos prácticos y fechas importantes para el año entrante. Este volumen de Péter Nádas (Budapest, 1942), aunque se titule así, sería más bien una miscelánea. Publicado en su país de origen pocos años después de que apareciera “Libro del recuerdo”, el título que le otorgó fama internacional. 


Esta obra el “Almanaque”, traducida por Mária Szijj y José Miguel González. Publicada por editorial Temporal, está integrada de 384 páginas. El lector encontrará que este texto evita limitarnos a un género especial, en él se recoge el libre discurrir del pensamiento y la imaginación del autor. El marco temporal encabalga dos años, 1987 y 1988. Y lo que leemos es lo más parecido al vagar discursivo y asociativo de una mente que se ensimisma con recuerdos, paisajes, la historia, objetos, amistades, sentimientos, lecturas y elucubraciones. 


Por ejemplo, el capítulo "Mayo" abre con una suposición desconcertante: "Hace unos días, una tarde soleada de abril, mientras a mi alrededor resplandecían árboles de flores blancas, sentí con plena certeza que me quedaba un año de vida, y con la guadaña en las espaldas uno piensa a un ritmo tranquilo y sosegado", así que elucubra qué sucedería si tuviera razón, aunque luego pasa a hablarnos del perro de los dueños del piso vecino en Berlín donde vivió -"indescriptiblemente feo y tan amable como carente de belleza", aunque con "la mirada de un sabio oriental"- y luego, describe sus paseos por los alrededores con él, cuando lo dejaron a su cuidado durante un viaje. 


El animal, en cuya cara, insiste, la "fealdad celebra todo un festín", lo invita a teorizar sobre las razones ocultas e inconscientes detrás de la cría de razas puras, como algo innatural: "en el reverso del ideal, de la ilusión y del mito de la pureza de raza, acecha la obsesión del racismo y su ilusión asesina". Las horas de silencioso diálogo y juego con el animal dan vida de manera misteriosa al recuerdo de cuando volvió con ocho años a casa asegurando que odiaba a los judíos (en clase le explicaron que ellos provocaron y causaron la muerte de Jesús), a lo que la madre le respondió llevándolo ante el espejo del recibidor: "ahí tienes a un judío, puedes odiarlo tranquilamente", y ya nunca, ante cualquier otro espejo, confiesa, "no me veo a mí, sino al que mira a alguien en el espejo". 


Le sigue, siempre en suaves transiciones, el incidente con un pastor alemán que le sirve para meditar sobre la sospecha y acaba con un (des)encuentro, paseando al perro adefesio cerca de la estación de Grunewald, donde "habían metido en vagones a los judíos de Berlín", con un grupo de neonazis adolescentes a los que responde con ironía sus preguntas retadoras. 


Como punto final, de nuevo la muerte: una ocasión cuando en un entierro se quejó de algo banal como que se le habían helado las orejas, para darse cuenta de que cuando nos expresamos solemos ocultar "otras manifestaciones posibles, más esenciales"


Esta obra “Almanaque” es una obra ambivalente recuperada ahora, por la editorial Temporal, pero también, en el caso de haberlo descubierto antes, una demostración de su versatilidad. Desde la tranquilidad que estrenaba habiéndose mudado a Gombosszeg, al oeste de Hungría "¿por qué tan lejos?", le solían preguntar, "¿lejos de dónde?", replicaba, "como si uno pudiera estar lejos de algo por no vivir en la capital", un guiño a Claudio Magris y su “Lontano da Dove”, invita a los lectores a esforzarse predicando con el ejemplo, ya que "el hombre en realidad no tiende a comprender. Debe extraer de sí el entendimiento forzándolo prácticamente en contra de sí mismo. Y sólo a través de este complicado proceso puede consolidarlo en su conciencia, por lo general débilmente cimentada".


JAIRO RAMOS ACEVEDO


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