Quizás uno de los problemas más graves que confronta Colombia como Nación sea el de carecer de algo así como un espejo social que le permita mirarse a sí misma, reconocerse en lo que es analizando su realidad, tomar conciencia sobre su identidad en la medida en que va construyendo su mundo. Mientras no obtengamos esa imagen ideal, los manipuladores de opinión nos irán mostrando otras que se parecen más a ellos y a los extranjeros que a nosotros mismos. Veamos un ejemplo de la historia, la vida de Julio Cesar, gran emperador y dictador. Fue elegido como tal entre el 49 y el 45 a.C. El nuevo dictador romano realizó una serie de importantes reformas sociales, económicas, institucionales, judiciales y religiosas, algunas de las cuales han tenido repercusión hasta la actualidad. Una de sus características fue dotar de honores y reconocimientos a sus más fieles seguidores. Julio Cesar combatió la pobreza y estableció la libertad de los esclavos en una tercera parte de los existentes en las grandes campiñas de sus territorios. Pero sus enemigos lograron asesinarlo, porque temían la instauración de una monarquía en las tierras conquistadas.
A pesar de que el pueblo lo amaba, las élites de entonces, los senadores y algunos terratenientes lo odiaban. Y esa animadversión lo llevó a la perdición. No había encuestas, pero había intrigas y las mismas se generaban en las élites romanas. Hoy esos mismos grupos de poder truncan el cambio. No les gusta porque pierden poder, Y, además, crean la imagen de que quien está en el gobierno aspira a la dictadura. Los medios de comunicación son de importancia en la divulgación de esas mentiras y de otras falsedades. Pero afectan la credibilidad del gobernante. Las últimas encuestas son reflejo de tal situación. Puede el gobernante hacerlo todo por cambiar, pero las élites exhiben su poder mostrando en sus periódicos, en radio, televisión y redes sociales, que “el tal cambio no existe”.
Obsérvese que en los datos presentados cuando se habla de percepción negativa suman los factores pésimo y malo, pero no lo hacen sumando bueno y excelente que daría un 37.8%, porque eso mejoraría la visión que tienen los colombianos de su gobernante. Ahora si revisamos los resultados electorales del 2022, encontramos que el censo era de 39 millones de posibles votantes, por Petro votaron el 19.5% y por Hernández el 18.45%. Es decir, en realidad votó el 37.95% del censo electoral. Y si hoy el Presidente Petro está en el 37.8% en esa encuesta manipulada (Guarumo), se ubica en un porcentaje casi igual del total de votantes del censo electoral existente en 2022. Si uno mira estas cifras reales, el gobierno va muy bien y la percepción del Presidente es igual a los votantes que lo apoyaron en 2022. Los que están en contra son los voceros de la oposición y siguen siendo minoría. Estas elecciones no son comparables con las de Congreso, porque allí se juegan intereses personales y territoriales, donde hay una compraventa de votos voluminosa y, por tanto, mayor corrupción.
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