INGENUIDAD, INSOLENCIA O ATREVIMIENTO
- Redacción
- hace 6 días
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POR JAIRO RAMOS ACEVEDO
Abogado - escritor vallecaucano

Nueva York — En un hecho sin precedentes en la diplomacia latinoamericana, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se plantó frente a la sede de Naciones Unidas, en la Plaza Dag Hammarskjöld de Nueva York, y levantando un megáfono llamó directamente a los soldados estadounidenses a “desobedecer las órdenes de Donald Trump” y a rechazar el respaldo militar de Washington al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
La escena, ocurrida en el marco de la 80ª Asamblea General de la ONU, fue insólita: un jefe de Estado latinoamericano, en suelo estadounidense, incitando a la tropa de un país aliado a rebelarse contra su comandante en jefe. Los asistentes —entre ellos el músico británico Roger Waters, cofundador de Pink Floyd y veterano activista pro-palestino— aplaudieron y corearon consignas en solidaridad con Gaza, mientras al interior de Naciones Unidas Netanyahu enfrentaba una ola de abucheos.
“Esperamos que millones de hombres y mujeres de todo el planeta decidan configurar los primeros destacamentos del ‘Ejército de la Salvación’”, exclamó Petro. “Si lo empezamos de verdad, la voz de Trump y la voz de Netanyahu se silenciarán por sus propios pueblos”.
Reacción inmediata de Washington
El Departamento de Estado respondió horas después con un comunicado inusualmente duro: anunció la revocatoria de la visa del mandatario colombiano, calificando sus declaraciones como “acciones imprudentes e incendiarias” y una clara injerencia en la soberanía estadounidense.
“El presidente colombiano se paró en una calle de Nueva York e instó a soldados estadounidenses a desobedecer órdenes e incitar a la violencia. Esa actitud es inamistosa y provocadora”, advirtió la nota oficial.
Petro, lejos de retractarse, ironizó desde Bogotá: “Ya no tengo visa para viajar a EE. UU. No me importa. No necesito visa, porque no solo soy ciudadano colombiano, también europeo. En realidad, me considero una persona libre en el mundo”.
Ecos de la historia
El episodio evocó, inevitablemente, el recuerdo de Ernesto Samper, el único presidente colombiano al que Washington había retirado la visa en 1996, en medio del escándalo del narcotráfico. Petro lo parafraseó en redes sociales: “No necesito visa para ir a Ibagué”, comparando la sanción con la frase célebre de Samper: “No necesito visa para ir a Chaparral”.
Aunque las circunstancias son distintas, el gesto tiene una carga simbólica: la confrontación directa con la principal potencia mundial.
Polarización dentro y fuera de Colombia
Las reacciones fueron inmediatas. En Colombia, la oposición tachó la intervención de “insolente” y “temeraria”, acusando al mandatario de poner en riesgo relaciones estratégicas. Pero en otros círculos internacionales, su discurso fue interpretado como un acto de solidaridad radical con Palestina y una denuncia frontal a lo que Petro llama la “doble moral” de Washington: su capacidad para detener la ofensiva en Gaza y su decisión de mantener el respaldo a Netanyahu.
El trasfondo es una guerra que lleva años dejando miles de muertos, desplazados y una creciente condena internacional. Petro buscó —consciente de la repercusión— llevar esa denuncia hasta el corazón de Estados Unidos.
“¡Obedezcan la orden de la humanidad!”, gritó en Nueva York. Su voz, amplificada por un megáfono y multiplicada en titulares globales, reabre un debate incómodo: ¿dónde termina la solidaridad y dónde empieza la injerencia?
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