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GUSTAVO PETRO EL INEFABLE

JAIRO RAMOS ACEVEDO



El ambiente de crisis, que se vive en el país, instituye en las plataformas sociales un significado especial, púlpito desde el que se tienden puentes entre el actor político, las instituciones públicas y la población. El Internet modificó los esquemas de comunicación, concentró las acciones de consumo, interacción y percepción de la realidad a través de las redes sociales. Las pantallas del smartphone, la laptop o las tabletas, transforman la mentalidad del colectivo social, moldean la cultura en que se vive, y concentran una forma de ver y concebir el mundo. 


Los problemas sociales ahora se ventilan en un área digital que diluye las limitaciones espacio temporales y permite al ciudadano navegar a través de un sinnúmero de mensajes, contenido comunicativo que se constituye en la significación, reconocimiento y puesta en común de un tema de interés general. 


Plataformas como X (antes Twitter) reúnen a millones de usuarios en el mundo —5.6 millones en Colombia—; sujetos que, a lo largo del día y la noche, ofrecen su opinión, contribuyen al dialogo y generan la discusión global de una agenda política, económica y social que es gestionada por actores mediáticos, líderes de opinión, influencers, y agentes gubernamentales. 


El presidente Gustavo Petro lo podemos ubicar en este rango. En los últimos días lo vemos como un bota fuego de ideas, algunas muy utópicas frente a una realidad política, económica y social muy distópica, y otras muy intencionadas, que no alcanzan a cristalizarse, porque no el único que gobierna; olvida que desde que el General Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar se enfrentaron ideológicamente sobre la manera de dirigir el Estado Colombiano, y para elaborar una Constitución Política, ahí fue Troya. 


Los partidarios de uno y otro se trenzaron a duelo encarnizado, porque el botín presupuestal era una codicia. Incluso ese enfrentamiento tuvo ribetes y escarceos amorosos con las hermanas Ibáñez. Es decir, que la disputa pasó por las enaguas de ambas féminas, que tuvieron el honor de conocer el devaneo esquizofrénico de estos dos próceres de la patria. 


Hoy las miradas fisgonas no escatiman esfuerzo para avizorar y escudriñar desde la lejanía la vida íntima del presidente Petro en Panamá. Fue por medio del internet, en que muchos observaron atónitos el safari romántico en las calles, y de inmediato se formó el cordón umbilical de chismes y conjeturas, y la andanada de epítetos, mofas y calumnias no se dejaron esperar y no quedó títere con cabeza. 


Estos acontecimientos peregrinos, integran el panorama sociopolítico global, el cual está dominado por las redes sociales, escenario de retórica narrativa conformada por memes, fake news, vídeos en directo y construcciones lingüísticas. 


Puesta en común de un mundo para ser repensado desde las interrelaciones entre los símbolos, los medios y la cultura, que delinea la costumbre moderna o cibercultura. Particularidades de una comunicación on line que es aprovechada por sujetos desde el anonimato digital para actuar sin reservas, con insolencia y agudeza, dando apertura a un espacio de expresión desde el que se propaga la intolerancia. 


Discurso de odio, dirigido a un individuo, grupo de personas o a nadie en particular, que atomiza la cohesión social, al tiempo que aviva las tensiones que incitan a la violencia. El clima de tensiones sociales, que invade a Colombia, se traslada a X como ágora de libre expresión con enunciados retóricos que perfilan una serie de estereotipos sociales de enfoques multidimensionales. 


La difusión digital de un sentimiento de odio se constituye en un problema difícil de definir, se está al frente de un contenido de amplificación transnacional con especificidades propias de la sobreabundancia de información, el acopio de post (tuits) producidos y emitidos por los usuarios, la multiplicación de impactos del mensaje social, la perdurabilidad de la publicación, y la interpretación particular del sujeto. 


La presencia del ciudadano en las redes sociales invita a aplicar la teoría de los usos y gratificaciones, para interpretar las intenciones particulares del usuario de la plataforma de comunicación: el seguimiento de cuentas, la estrategia de publicación y la réplica de mensajes. 


La táctica de operación de los actores sociales, en el escenario digital, está constituida por cuatro variables: presencia del usuario en diversas plataformas, para difundir su mensaje; el agente que pueda generar confianza y credibilidad ante los seguidores; el contexto, el momento, que rodea la comunicación; y la oportunidad, el tiempo, en la que se emite la publicación. La triangulación de estos factores es un detonante de éxito en la comunicación política bajo un contexto que altera la mediación de la información y asigna un nuevo rol preponderante a la audiencia. 


Los perfiles sociales de los políticos fungen de tribuna desde la que se explican las decisiones en el devenir democrático y se validan las acciones en ejercicio del poder, donde se configura una esfera pública en donde se personaliza la comunicación política y se diluye el protagonismo de los medios convencionales. La conversación alrededor de los temas políticos, en el ecosistema digital, integran una telaraña de influencias que se teje desde las redes sociales.  


Esa proliferación de factores que se atizan con la producción de mensajes por parte de una clase política, cínica e ideológica, de extremas corrientes (izquierda, centro y derecha) que se dirigen a una audiencia mal informada, donde el tejido social se va deshilachando. Incluso, las relaciones familiares se deterioran, se enconan de odio y rabia. Pero al final, ninguno se pone a pensar la falta que nos hace leer al filósofo René Descartes: el método de la duda. 


La tecnología cambió radicalmente las formas de producir y distribuir la información. Los periodistas, actores principales de orientación pública, deberían releer a este pensador francés, quien expuso la duda metódica, un método y principio para llegar a una base de conocimiento cierto, desde donde partir y cómo fundamentar otros conocimientos del mundo. Descartes expone que su objetivo es encontrar verdades seguras, tangibles y fácticas de las cuales no sea posible dudar en absoluto, verdades evidentes que permitan fundamentar la edificación del conocimiento con absoluta garantía. 


El primer problema planteado es cómo encontrarlas y, para resolverlo, expone el método de la duda. El cual consiste en descartar cualquier supuesto no seguro, del que se pueda dudar. Si esta existe, este supuesto podría ser verdadero o falso. Por tanto, no debemos permitir construir sobre él el conocimiento verdadero. 


Bajo esta perspectiva, observamos que muchos mensajes son falsos, y que apuntan al jefe de Estado; por eso, muchos piensan que Gustavo Petro es un ser inefable. Pero nadie duda que es un ser humano inteligente, estudioso, intrépido, pensante, pero incomprendido como lo fue en su época Simón Bolívar.


 JAIRO RAMOS ACEVEDO

Abogado - escritor vallecaucano



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