Zulay Caicedo, una tumaqueña de 35años de edad, residente en los Estados Unidos, abogada de profesión, estaba en Cali pasando la temporada de fin de año sin sospechar siquiera la tragedia que se le venía encima.
Tenía algunos kilitos de más así que decidió someterse a una cirugía estética que le cambiara los rasgos de la madurez por los de juventud, lo que alguien llamaba vanidad de cosas vanas. Buscó opciones y finalmente el pasado 13 de enero ingresó a un centro medico en el barrio San Nicolás, pagó la suma de $7 millones y quedó en manos de “magos” que la dejarían como nueva.
Dos o tres días después comenzó a sentir molestias que fueron aumentando hasta sufrir un paro respiratorio: el primero fue aparentemente superado pero el segundo le dio el pasaporte al más allá, en el mismo lugar que le fue practicada la liposucción.
Sobre este caso existen varias revelaciones: el lugar donde la operaron al parecer no tenía las licencias o permisos legales para funcionar y menos realizar procedimientos de esta naturaleza, situación en manos de los investigadores.
Ahora entremos a la parte oficial: las autoridades investigan las causas por las cuales ese establecimiento funcionaba sin los requisitos exigidos y en consecuencia la muerte de Zulay podría configurarse como homicidio pero será la Fiscalía la encargada de comprobarlo y en consecuencia proceder de conformidad.
También es importante el dictamen de Medicina Legal, una vez sea practicada la necropsia. Por su parte la Secretaría de salud Municipal también amerita entregar explicaciones de por qué en el lugar practicaban este tipo de operaciones sin el lleno de los requisitos tanto legales como científicos sin la licencia respectiva.
Según las estadísticas en poder de las Secretarias de Salud de Cali y el Valle del Cauca y la misma Sociedad Colombiana de Cirugía Plática, no son acatadas las permanentes alertas sobre el peligro mortal que implica ponerse en manos de sitios y personas no idóneas .
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