No fue un crimen más de los tantos que pasan desapercibidos por la prensa
nacional. No. Por el contrario, algo brutal. Inhumano. A Sara Millerey
González Borja le quebraron los brazos y las piernas, la arrojaron al río y,
mientras pedía ayuda, las personas se quedaron mirando y filmando.
Inconcebible en un país donde los atentados terroristas, las diferentes
manifestaciones de la delincuencia y los asesinatos se volvieron parte del
paisaje, de la cotidianidad.
¿Lo recuerda? F