En el agitado panorama político de Cali, las candidaturas a la alcaldía comienzan a tomar forma, a pesar de que aún falta tiempo para las elecciones. Es común escuchar en el argot político que, al concluir una campaña, comienza la siguiente, aunque sea de manera sutil al principio. Los perdedores de la contienda pasada, así como aquellos que se alinearon con los ganadores, ya empiezan a perfilarse como posibles aspirantes en la nueva carrera electoral. Este fenómeno es particularmente relevante en una ciudad como Cali, donde la elección de la alcaldía es clave para diversas facciones políticas y sectores económicos.
Ante esta situación, la reciente elección del alcalde Eder y de la gobernadora Dilian Francisca Toro ha abierto un debate sobre el futuro político de la región y el impacto que tendrán las próximas elecciones. Cali, una ciudad estratégicamente importante, no solo despierta el interés de la clase política por su influencia sobre el suroccidente del país, sino también por el manejo de recursos fundamentales como los de EMCALI. En este escenario, el partido de la U, liderado por Dilian Francisca Toro, se perfila como un actor clave. A pesar de que en la contienda anterior se consideró su candidatura a la alcaldía, que fue cuestionada por el desgaste político, Toro decidió enfocar sus esfuerzos en mantener el control de la gobernación, abandonando dicha aspiración.
A este panorama se suma la proximidad de las elecciones al Congreso, que inevitablemente se entrelazan con la contienda por la alcaldía de Cali. Varios congresistas que no buscan la reelección ya se están moviendo para las elecciones locales, utilizando su influencia y recursos para fortalecer sus candidaturas. Sin embargo, en medio de estas estrategias políticas, la realidad de la ciudad parece quedar en un segundo plano. Los graves problemas que enfrenta Cali, como la creciente inseguridad, la reparación de las vías, el desempleo, entre otras, a menudo son olvidados por las disputas de poder y la maquinaria electoral, desviando la atención de las verdaderas necesidades de la ciudadanía.
El poder que podría consolidar el partido de la U en la alcaldía genera inquietudes sobre la continuidad de prácticas politiqueras que han caracterizado a la ciudad en las últimas décadas. La maquinaria electoral bien engrasada que sostiene a estas estructuras requiere cada vez más recursos, lo que podría poner en riesgo las finanzas municipales y dificultar la implementación de soluciones a los problemas más urgentes de la ciudad.
Por otro lado, el sector empresarial, que en los últimos años ha tomado un rol más activo en la política local, comienza a perfilar sus alfiles. A través de organizaciones financiadas, en última instancia, con recursos públicos, el sector empresarial, impulsa personas que han intentado posicionarse como una opción renovadora. Sin embargo, los resultados obtenidos por aquellos que han sido elegidos para representarlos han sido decepcionantes. Aunque muchos de estos actores se promocionan como independientes, la realidad es que provienen de familias políticas tradicionales y han adoptado las mismas prácticas que critican. Este hecho ha generado un creciente escepticismo entre los caleños, quienes perciben poca diferencia entre estos "nuevos" candidatos y las viejas estructuras de poder que han dominado la ciudad durante décadas.
La ciudad enfrenta un desafio. Los indicadores de desempleo, inseguridad y deterioro de la infraestructura son alarmantes, y la falta de soluciones efectivas solo agrava el desencanto de los ciudadanos. Cali, una ciudad con un inmenso potencial, parece atrapada en un ciclo de promesas incumplidas y políticos desconectados de las necesidades reales de la población.
La esperanza de un cambio real y duradero en la administración de Cali es palpable entre sus habitantes. Sin embargo, mientras las élites políticas y económicas continúen anteponiendo sus intereses personales al bienestar común, la ciudad seguirá sufriendo las consecuencias de una gestión deficiente. Los caleños, cansados de más de lo mismo, esperan que esta vez, faltando mucho tiempo, las elecciones no solo sean una repetición del pasado, sino una oportunidad para construir una ciudad más justa, segura y próspera para todos.
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