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Tinta, piel y riesgo: La Crónica de un arte en expansión

  • Foto del escritor: Redacción
    Redacción
  • 8 oct
  • 3 Min. de lectura

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a creciente popularidad del tatuaje y el piercing en Colombia ha transformado una subcultura en una industria de rápido crecimiento. Sin embargo, la promesa del arte permanente conlleva riesgos de salud pública que solo pueden mitigarse con conocimiento y regulación. Esta crónica explora cómo Cali, con sus aproximadamente 150 estudios de arte corporal, está elevando sus estándares sanitarios para proteger a la ciudadanía.

El Dilema del Arte y el Riesgo Biológico

El cuerpo humano se ha convertido en un lienzo democrático. El tatuaje ha dejado de ser una marca marginal para convertirse en una expresión mainstream. Las cifras lo confirman: estudios recientes indican que el 19% de los colombianos entre 18 y 65 años lleva tinta en su piel, un número que se dispara hasta el 47% en la franja de jóvenes de 18 a 24 años. Esta explosión del arte corporal, con su estela de agujas, tintas y perforaciones, trae consigo un riesgo latente: el de la salud pública.

Un tatuaje o un piercing no son meros adornos; son procedimientos invasivos. La ruptura de la barrera cutánea abre la puerta a infecciones bacterianas, reacciones alérgicas y, en el peor de los escenarios por el uso de equipos sin esterilizar, la transmisión de enfermedades virales graves como la hepatitis C y el VIH. Es en este punto crítico donde la Secretaría de Salud de Cali ha decidido intervenir con firmeza.

De la Calle al Protocolo: La Capacitación como Escudo

La autoridad sanitaria ha convocado a más de 400 artistas corporales (tatuadores, perforadores y especialistas en modificaciones), demostrando que la mejor forma de mitigar el riesgo es a través de la educación y el control. Estos profesionales, muchos de ellos autónomos y empíricos, reciben capacitación en tres pilares fundamentales: manejo de residuos, bioseguridad y control de calidad de insumos.

El secretario de Salud de Cali, Germán Escobar, es claro en el propósito: "reducir riesgos en salud pública, estandarizar buenas prácticas y fortalecer la vigilancia sanitaria en este sector, por la seguridad de la ciudadanía". El equipo de Inspección, Vigilancia y Control (IVC) de la Secretaría es el encargado de llevar la batuta, asegurando que los cerca de 150 estudios que operan en la ciudad se alineen con los estándares exigidos. Su labor no se limita a imponer sanciones; también busca el acompañamiento para que los establecimientos "busquen procesos de certificación" y así "elevar la calidad y seguridad para los clientes".

Joze Luis Sanint Levy, director y gestor cultural del Cali Tattoo Show 2025, ve en esta alianza un cambio histórico. "Es muy importante que todos los artistas corporales no solamente conozcan como hacer los procedimientos, sino que se capaciten y se certifiquen con las instituciones oficiales", señaló, reconociendo el puente que se tiende entre el arte y la institucionalidad.

El Arte en el Escenario de la Vigilancia

La cúspide de esta nueva alianza se vivirá este fin de semana. La Secretaría de Salud no se quedará en las aulas, sino que llevará su mensaje de bioseguridad al corazón de la industria: el Cali Tattoo Show en Verde Arena. La participación en el evento, que espera reunir a más de 1.000 asistentes, no es solo un gesto de apoyo, sino una plataforma para promover la importancia de la salud pública en el arte corporal, reforzando la idea de que la excelencia artística es inseparable del rigor sanitario.

Mientras la tinta siga fluyendo y las perforaciones sigan multiplicándose en el cuerpo social, la capacitación y la vigilancia serán el escudo indispensable para que el arte sobre la piel no se convierta en una amenaza para la salud. La responsabilidad, sin embargo, no recae solo en el artista; el ciudadano también debe exigir que la belleza del diseño se construya sobre los cimientos de la seguridad sanitaria.




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