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Secuestrar un Alcalde: La trampa del poder local...



En el complejo escenario político de Cali, una ciudad conocida por su diversidad cultural y su apertura a nuevas propuestas, se ha gestado un fenómeno preocupante que amenaza con socavar los cimientos de la democracia local. Es importante que se arroje una luz sobre una práctica que, aunque sutil, resulta profundamente perjudicial para el progreso de la ciudad: el "secuestro" de los alcaldes por parte de ciertos grupos de poder.

Cali, ha demostrado en repetidas ocasiones su disposición a abrazar candidaturas que rompen con los moldes tradicionales. Los caleños, cansados de la retórica política convencional, han depositado su confianza en líderes que hablan "claro", como se dice en el argot popular. Esta predilección por la autenticidad ha llevado al poder a figuras que, al menos en apariencia, prometen un nuevo rumbo para la ciudad.

Sin embargo, la realidad post-electoral a menudo dista mucho de estas promesas de cambio. La debilidad institucional, manifestada en la falta de continuidad entre administraciones, ha convertido cada nuevo mandato en una "pagina en blanco", borrando los avances logrados y perpetuando un ciclo de reinvención constante que poco beneficia a los caleños.

En este contexto de anhelo por el cambio, hemos sido testigos del ascenso de una nueva clase de líderes políticos. Respaldados por organizaciones empresariales de renombre, estos individuos han logrado llegar a los espacios de poder como el el Congreso y Concejo Municipal con precarios resultados. Lo paradójico es que, muchos de ellos han alcanzado estas posiciones utilizando las mismas prácticas que, en teoría, sus círculos de origen condenan.

El problema surge cuando estos "nuevos políticos" se convierten en el filtro entre el alcalde y la realidad de la ciudad. Lejos de ser un puente entre el gobierno y las necesidades de los caleños, actúan como una barrera que aísla al mandatario, impidiéndole tomar decisiones informadas y efectivas para abordar los problemas urgentes de Cali.
Este grupo ha perfeccionado una estrategia perniciosa para mantener su control sobre el poder local. En lugar de enfrentarse directamente a sus rivales políticos, han optado por una táctica más sutil pero igualmente destructiva: el desprestigio sistemático. En sus propias palabras, buscan "embochinchar" a quienes consideran una amenaza para sus intereses politiqueros.
Esta práctica no solo perjudica la reputación de personas competentes y bienintencionadas, sino que también desincentiva la participación de nuevos liderazgos que podrían ofrecer soluciones innovadoras a los desafíos de la ciudad. Como consecuencia, se empobrece el debate público y se erosiona la confianza en las instituciones democráticas, especialmente para ciudadanos que ven en estos líderes “Renegados” una vía para que sus necesidades y aspiraciones sean escuchadas.
Lo más alarmante de esta situación es cómo ciertos individuos, bajo el pretexto de representar los intereses del sector empresarial —un sector que sin duda merece reconocimiento por su importante contribución al desarrollo económico de Cali—, acaban ejerciendo un poder ilegítimo y perjudicial. Estos actores, al capturar la agenda del alcalde, limitan su capacidad de tomar decisiones y desvían las prioridades de la administración en favor de sus propios intereses. Aunque provienen del ámbito empresarial, sus motivaciones son, en esencia, politiqueras, heredadas de sus vínculos con familias tradicionalmente vinculadas al poder. Marginados por sus familias políticas, encuentran una oportunidad en un sector empresarial desilusionado por la falta de acción de los líderes tradicionales de la ciudad, lo que culmina en un escenario perjudicial para el futuro de Cali.

Es imperativo que los caleños tomen conciencia de esta dinámica y aprendan a identificar a quienes, detrás de una imagen de renovación y progreso, perpetúan prácticas que obstaculizan el verdadero desarrollo de la ciudad. La solución no radica en rechazar la participación del sector empresarial en la política, sino en exigir transparencia y un compromiso real con el bienestar colectivo al elegir sus representantes.

Cali necesita líderes que no solo hablen "claro", sino que actúen con integridad y visión de futuro. Es tiempo de romper el ciclo de manipulación y "secuestro" político, y construir una gobernanza local que responda verdaderamente a las necesidades y aspiraciones de todos los caleños. Solo así podremos desencadenar el potencial de nuestra ciudad y avanzar hacia un futuro más próspero y equitativo para todos.

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