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No perdamos la capacidad de Asombro: Exijamos respeto




La reciente revelación sobre el contrato de semaforización inteligente en Cali ha generado un profundo sentimiento de incredulidad entre los ciudadanos. Los números son simplemente desalentadores: según el propio alcalde, Jorge Iván Ospina, el contrato ascendió a la asombrosa suma de $63.776.677.092.oo. Esta cifra tan colosal requiere una calculadora de dimensiones considerables para siquiera comprender su magnitud.


Lo preocupante no es solo el monto exorbitante del contrato, sino también la falta de avances significativos que lo respalden. Según datos recientes, apenas se ha ejecutado el 5.11% del contrato, lo cual arroja serias dudas sobre la eficacia y la transparencia en la gestión de estos recursos. ¿Cómo es posible que se haya pagado el 78% más de lo que se ha entregado como satisfacción del trabajo realizado?


Una revisión más detallada del contrato revela aún más preocupaciones. Las pólizas de cumplimiento, que deberían respaldar el contrato en caso de incumplimiento, parecen no tener la cobertura adecuada. Esto significa que, en caso de que no se puedan cumplir las obligaciones estipuladas en el contrato, no habría manera de recuperar el dinero invertido, lo que supondría una pérdida irreparable para la ciudad.


Además, la renuncia del subsecretario encargado de este asunto, presionado por el sheriff Hadad, plantea serias interrogantes sobre la gestión y la supervisión de este proyecto. Parece que incluso el secretario Tabares, comparado con un bombero jubilado en términos de autoridad, está luchando por sacar adelante un proyecto que parece condenado al fracaso.


Es determinante que el alcalde Eder tome medidas firmes y decisivas con respecto a este contrato. No podemos permitir que se dilapiden recursos públicos de esta manera y que se sigan desatendiendo las necesidades reales de la ciudad. Los caleños merecen una gestión transparente, eficiente y responsable, y es responsabilidad del alcalde garantizar que esto se cumpla.


Es hora de devolver la confianza y el decoro a nuestras instituciones públicas. No podemos permitir que la ciudad sea manejada de esta manera, y es fundamental que los líderes electos actúen en beneficio de todos los ciudadanos, no solo de unos pocos. El futuro de Cali depende de ello.


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