La reciente propuesta del alcalde Eder de solicitar un nuevo endeudamiento por 1,5 billones de pesos ha generado un intenso debate en Cali. Esta medida llega apenas ocho meses después de que el mandatario asumiera su cargo, tiempo en el que ha reiterado en múltiples ocasiones que recibió unas finanzas municipales en estado crítico. A través del llamado "libro blanco", Eder describió una situación alarmante, afirmando que el municipio estaba prácticamente en bancarrota, con dificultades incluso para operar programas esenciales como por ejemplo los comedores comunitarios.
Sin embargo, la solicitud de este nuevo crédito parece contradecir sus propias palabras. Si la situación era tan desesperada, cómo es posible que ahora se contemple la posibilidad de incrementar la deuda del municipio a un total de 2,7 billones de pesos? Esto plantea serias dudas sobre la veracidad de sus afirmaciones iniciales y la real condición de las finanzas municipales.
Es posible interpretar este movimiento de dos maneras. Por un lado, podríamos suponer que Eder es un administrador extremadamente eficiente, capaz de revertir una crisis financiera en menos de un año, lo que justificaría la confianza en su capacidad para manejar una deuda aún mayor. Sin embargo, esta lectura parece demasiado optimista y poco realista, especialmente si se considera que muchos de los problemas estructurales del municipio, como la operación a medias de unos y otros sin arrancar, persisten.
Por otro lado, se podría argumentar que el panorama catastrófico que presentó al inicio de su mandato no era del todo exacto. Si este fuera el caso, el nuevo endeudamiento no sería un signo de fortaleza financiera, sino una indicación de que la situación nunca fue tan grave como se hizo creer. Esta posibilidad levanta serias preocupaciones sobre la transparencia y la precisión de la información presentada por la administración.
El exalcalde Jorge Iván Ospina, durante su mandato, enfrentó numerosos obstáculos en el concejo para aprobar proyectos, algunos de los cuales fueron criticados por estar mal planificados y ejecutados. La historia reciente de Cali está marcada por iniciativas que no han cumplido con las expectativas, dejando a los ciudadanos frustrados y desconfiados de sus líderes.
Es determinante que el alcalde Eder sea completamente transparente sobre el estado real de las finanzas del municipio y los motivos detrás de esta nueva deuda. Los Caleños necesitan saber si este préstamo es realmente necesario para el desarrollo de proyectos estratégicos, o si nos enfrentamos a otro plan mal fundamentado que podría hipotecar el futuro de la ciudad.
No es la primera vez que la administración de Eder enfrenta cuestionamientos sobre su manejo financiero. El intento fallido de "reperfilar" la deuda, un proceso que buscaba renegociar los términos de la deuda existente, dejando de lado el tramite ante el concejo municipal, terminó con la anulación de decretos por parte del Tribunal Administrativo. Este episodio expuso un nivel preocupante de improvisación o desconocimiento de las complejidades financieras, generando incertidumbre sobre la capacidad del equipo de gobierno para manejar adecuadamente las finanzas del municipio.
Es imprescindible que la administración municipal explique de manera detallada y clara cómo planea utilizar estos 1,5 billones de pesos, qué proyectos se financiarán con ellos y cuáles serán los impactos a corto, mediano y largo plazo para la ciudad. De lo contrario, corremos el riesgo de que la confianza en los gobernantes locales, ya de por sí frágil, se vea aún más deteriorada.
La propuesta de un nuevo endeudamiento por parte de la alcaldía debe ser vista con cautela. Si bien podría ser una herramienta para impulsar el desarrollo de Cali, también puede convertirse en un error costoso si no se maneja con la transparencia y la responsabilidad necesarias. El alcalde Eder tiene en sus manos la oportunidad de demostrar que su administración no es más de lo mismo y que, esta vez, las promesas no serán solo mentiras verdaderas.
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