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Foto del escritorRedacción

RINCÓN LITERARIO: LOS LÍMITES DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

JAIRO RAMOS ACEVEDO

Escritor vallecaucano

Cada vez que abrimos un computador, a veces no nos percatamos que estamos frente a una inteligencia artificial, instrumento fundamental en nuestras vidas. Esta cercanía tan natural, pero extraña, parece que, por su uso peregrino, tampoco nos asombra su capacidad para responder a cualquier duda o interrogante que tenemos. Inclusive, no podemos vivir sin su compañía indispensable y necesaria. 


Esta situación nos lleva a reflexionar sobre una inquietud: ¿Los robots tienen "objetivos, ambiciones o deseos"? Algunos pensadores han llegado a establecer que,  partiendo de una evidencia: pese a que haya aplicaciones que realizan tareas concretas y específicas que logran un nivel de desarrollo y perfección inalcanzable para la mente humana, "no existe ni estamos remotamente cerca de dar con una inteligencia artificial general, capaz de resolver problemas aleatorios en cualquier ámbito de acción, dotada de sentido común y de una capacidad eficiente y totalmente autónoma para aprender, razonar y planificar”, concluye el profesor Fernando Bonete sobre  el análisis de la obra del científico ruso, Isaac Asimov, en el texto titulado “La guerra imaginaria”, publicado por Siglo XXI. 

Se sirve para ello, de manera original y didáctica, de gran parte de la obra de Isaac Asimov (los relatos y ensayos breves reunidos en Visiones de robot; la tetralogía del detective Elijah Baley y el robot Daneel Olivaw y la biología de la saga Fundación). 


Para Bonete, el escritor ruso de ciencia ficción fue el primero que en su obra "hizo frente al planteamiento proapocalipsis que, desde el momento fundacional mismo de la aparición de los robots en el imaginario colectivo moderno (...) había fundado el modelo interpretativo sobre el rol malvado y destructor que venían a desempeñar los robots en el devenir de la humanidad". Ni era así ayer, ni lo es hoy, concluye Bonete. 


Frente a estos avances tecnológicos, observamos que ni la humanidad ha quedado obsoleta y desfasada frente a la inteligencia artificial, ni está condenada a quedar sometida a la voluntad de los robots, ni mucho menos a desaparecer. Sin embargo, la imaginación humana, en los últimos días ha pretendido dar instrucciones a los robots, fabricados en una intricada maraña de cables y de chips, para dotarlos de emociones, reacciones naturales, inclusive sentir aflicciones y dolor. Pero aún estamos en un proceso de elaboración, y quizás en una etapa posterior se llegue alcanzar ese sueño. 


Muchos robots, han sido cubiertos de piel artificial, que a simple vista parecen seres humanoides. El multimillonario Elon Musk, propietario de Tesla, ha fabricado el androide con aspecto humano, es uno de los robots más avanzados que actualmente existe. Elon Musk está convencido de que Optimus será como un C3PO de Star Wars, pero más inteligente, que podrá realizar todo tipo de tareas en el hogar, incluso hacer de niñero. Tesla ha anunciado que dos de sus robots humanoides Optimus ya están trabajando de forma autónoma en una de sus fábricas. 

La noticia se dio a conocer el pasado 11 de junio a través del perfil oficial de Tesla en X-anteriormente conocido como Twitter-, como parte de un resumen de logros alcanzados desde 2018 bajo su liderazgo. El mensaje de Tesla, que repasaba varios hitos alcanzados en los últimos años, culminaba con una revelación impactante sobre 2024: “Se han empezado a utilizar dos robots Optimus que realizan tareas en la fábrica de forma autónoma”. 


Esta es la primera vez que se confirma el despliegue práctico del robot humanoide en un entorno industrial real. Esta realidad no es para asombrarnos sino para pensar que ya los robots, que parecía una utopía, están reemplazando al trabajador de las fabricas y a las mucamas en el hogar. Leer este libro es una delicia, pero a la vez nos deja muchos interrogantes e inquietudes hacia el futuro de la humanidad.



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