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LEÓN DE GREIFF UN VATE INCOMPRENDIDO

JAIRO RAMOS ACEVEDO

Escritor vallecaucano



En el ámbito de la literatura poética existen grandes vates que durante años influyeron en los adolescentes rebeldes, entre ellos tenemos al inigualable León De Greiff; cuya obra completa se publicó hace 63 años, en la editorial Aguirre de Medellín, que representa 40 años de producción intelectual, condensada en más de setecientas y tantas páginas del libro. 


Para De Greiff, como para cualquier autor, esta experiencia editorial debió ser algo muy halagador, no solo por cuanto representa de anticipación a la gloria eterna, sino por todo lo que hay de esplendor y de zozobra en esta instancia en que el poeta se siente al tiempo venerado e indefenso. ¿Quién lee hoy un libro de poesía de estas proporciones? 


Otros lectores de TU RAZÓN VALLE, quizá nunca lo habría oído ni leído, por tal razón debería consultarlo, para superar la ignorancia; porque cuando alguien lee un libro no volverá a ser el mismo. 


Así es, el mundo interior de una persona no puede estar construida de ideas fatuas, banales, alimentada únicamente de chismes, farándula y noticias deportivas. En esa burbuja de nimiedades, fácilmente nos encontramos en un mundo de utopías, frustraciones y con personas de carácter volubles y muy fanáticas. 


Significa que son individuos carentes de una identidad propia, alienadas, y que muy pocas veces usan la dialéctica de la lógica: método para buscar la verdad. Muchas veces por ese camino del facilismo, contaminado del consumismo, del oropel del diablo; y nos ubicamos en el estadio involutivo del hombre: la barbarie, el semi-intelectual. Incluso algunos profesionales, carecen de humildad y generosidad, cuya personalidad se ve envuelta en la pedantería y engreimiento, dejan de ser personas para convertirse en bárbaros: maltratan a sus esposas, compañeras e hijos e incluso son mal hablados. 


Quizá por eso, para muchos la poesía es una presencia extraña, intrusa y obstinada respecto de la cual lo más importante es lograr ignorarla. Para los alienados e ignorantes, simplemente no existe. Son muy pocos quienes saben de memoria un poema, como aquel que dice: 


“TERGIVERSACIONES”. 


“Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa / 

dicen que soy poeta..., cuando no porque iluso/ 

suelo rimar —en verso de contorno difuso— / 

mi viaje byroniano por las vegas del Zipa..., / 

de Baudelaire diabólico, de angelical Verlaine, / 

de Arthur Rimbaud malévolo, de sensorial Rubén, / 

en fin… ¡hasta del Padre Víctor Hugo omniforme…!” 


Otros pocos no se atreven a repetirlo en voz alta: por lo general, es necesario hacerlo ante esa vaciedad de un grupo de hombre borrachos en un café, pero ante la carencia de estos sitios en una taberna. La realidad es que esta última practica ha sido desdeñada por las nuevas generaciones, es como el ocaso de los poetas malditos. 


De verdad, existen poemas más refinados y contagiosos de alegría, tristeza, amor, desamor, amargura, y son de fácil lectura, en cambio hay otros como los del autor De Greiff, que requieren una dosis de formación cultural. 
No deja de ser curioso el hecho de que los poetas de más alto grado de refinación estilística, pero no de influencia popular – los más imitados, los más discutidos, los más citados – en la poesía de este siglo sean autores de obras relativamente breves: Baudelaire y Rimbaud, Machado (Antonio), Eliot, Cavafy. Algunos lectores letrados prefieren a los poetas cercanos como Neruda, María Mercedes Carranza, Álvaro Mutis, Piedad Bonnett, Darío Jaramillo Agudelo, J.M. Arbeláez y a Juan Gustavo Cobo Borda. 

Es verdad inocultable que la lírica no puede administrarse en dosis masivas. Es ya demasiada ardua la aproximación del lector a esta poesía alambicada de León De Greiff como para agravar la dificultad de pedirle al lector escaso, el esfuerzo faraónico de desentrañar lo (subjetivamente) esencial de una obra poética. 


Es cierto que todo lector de poesía lírica es un antólogo, pero en esta labor debieran precederlo la severidad del propio poeta y la temperancia de los editores. En este país abundan los poetas, y abundante bibliografía hay sobre ellos; sin embargo, algunos han trascendido fronteras por su inigualable estilo lírico como Porfirio Barba Jacob, José Asunción Silva, y por supuesto León de Greiff, como uno de los más importantes poetas, y el más original, que constituye un aserto que puede ser verídico. Y, para finalizar, no podemos dejar de evocar unos de los poemas más conocidos: “

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue…dejemos al amor y vamos con la pena,y abracemos la vida con ansiedad serena,y lloremos un poco por lo que tanto fue…

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue…

Dejemos al amor y vamos con la pena..Vayamos a Nirvana o al reino de Thulé,entre brumas de opio y aromas de café,y abracemos la vida con ansiedad serena!

Y lloremos un poco por lo que tanto fue…por el amor sencillo, por la amada tan buena,por la amada tan buena, de manos de azucena…

¡Corazón mentiroso! si siempre la amaré!

 

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