Por Carlos Arturo Oviedo
Administrador Público - Asesor editorial Tu Razón
La reciente derrota de la selección colombiana en la Copa América dejó una sensación agridulce entre los colombiano aficionados al futbol. A pesar de los errores cometidos en el ultimo partido, es innegable la gran emoción que generó el equipo en todo el país. Este torneo, perfecto en muchos aspectos futbolísticos, nos hizo soñar con la gloria, y aunque no ganar siempre genera frustración, también nos ofrece una valiosa oportunidad para reflexionar sobre nuestra madurez como hinchas y como sociedad.
La pasión despertada por esta selección hizo que el último mes estuviera lleno de ilusión, y el comercio local se benefició con un incremento significativo en las ventas, lo cual impulsó la dinámica económica de la ciudad y el país. Sin embargo, también es necesario mencionar las bochornosas imágenes que se presentaron durante la final. El partido tuvo que ser aplazado por hora y media debido a desmanes en el ingreso al estadio, provocados en gran parte por la falsificación de boletas. Este incidente, que no tiene precedentes recientes, deja mucho que desear, especialmente en un país como Estados Unidos, donde el orden y la disciplina suelen ser la norma. Las hinchadas de ambos equipos parecieron querer ignorar las reglas, generando un caos innecesario.
Lo más grave del asunto es que, según informaron algunos medios de comunicación, el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y su hijo resultaron detenidos por las autoridades estadounidenses al final del partido, lo cual agrava aún más la situación. Que un alto directivo esté involucrado en estos hechos hace que el problema sea aún más preocupante y refleja una falta de ética que debe ser abordada de inmediato.
Otro aspecto fue la gresca que se generó con los uruguayos, en el partido que Colombia disputo con ellos, a quienes tampoco se pueden exculpar de la responsabilidad, ya que también respondieron con comportamientos inaceptables. Los colombianos, en general, debemos aprender a celebrar con respeto y orden. Esta capacidad de celebración madura es esencial para poder disfrutar plenamente de los triunfos futuros.
Muchas personas manifestaban ayer que, tal vez, con esta derrota se lograría salvar vidas, sugiriendo que nuestra falta de cultura en las celebraciones podría ser peligrosa. Lo que indica que se puede creer firmemente que parte de la razón por la que no hemos obtenido mas títulos hasta ahora tiene mucho que ver con nuestra inmadurez para celebrar de manera adecuada.
Deportivamente, ya estamos maduros para obtener grandes logros, pero necesitamos desarrollar una cultura de celebración que esté a la altura de esos éxitos. La reciente derrota, aunque dolorosa, nos ofrece la oportunidad de crecer y prepararnos mejor para cuando, finalmente, alcancemos ese ansiado título. Solo entonces podremos decir que estamos verdaderamente listos, no solo en el campo de juego, sino también en nuestra capacidad para celebrar con responsabilidad y respeto.
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