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La hora del cambio: ¿Está Cali lista para la legalidad



En medio de las recientes protestas de motociclistas y conductores de plataformas en Cali, surge una reflexión inevitable sobre el estado del orden en nuestra ciudad y la disposición de sus habitantes para acatar las normas. Esta situación nos recuerda sorprendentemente a la trama de una película de comedia italiana estrenada en 2017, que retrata la realidad de Pietrammare, un pequeño pueblo siciliano.

En la ficción, Pietrammare es un lugar sumido en el caos: calles deterioradas, tráfico insoportable, basura acumulada y contaminación descontrolada. Los ciudadanos, hartos de esta situación, eligen a un nuevo alcalde que promete orden y legalidad. Sin embargo, cuando las medidas comienzan a implementarse - multas por mal estacionamiento, cobro justo de impuestos, demolición de construcciones ilegales - el descontento popular crece hasta el punto de expulsar al mandatario.

¿No les suena familiar? Cali parece estar viviendo su propio "momento Pietrammare". Las conversaciones entre vecinos revelan un aparente consenso sobre la necesidad de controles y normas, pero cuando estas afectan intereses personales, las justificaciones para el incumplimiento no se hacen esperar.
El caos en el tráfico de Cali es un ejemplo claro de la contradicción que enfrenta la ciudad. Las calles se han convertido en un campo de batalla donde la indisciplina y la falta de respeto por las normas de tránsito son comunes. El aumento en la accidentalidad con resultados fatales es una señal de alarma que no se puede ignorar. Cada vez más ciudadanos sufren las consecuencias de un sistema que, aunque necesita control, enfrenta resistencia cada vez que se intentan implementar regulaciones. Es imperativo respaldar las decisiones de control y regulación, por impopulares que puedan parecer en el corto plazo, para evitar que esta situación siga cobrando vidas.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos realmente preparados para el cambio? ¿O preferimos, como los habitantes de Pietrammare, vivir en un constante estado de desorden y "viveza" mal entendida?
El desafío para Cali es claro: superar la mentalidad del "vivo" y abrazar una cultura de legalidad y respeto mutuo. Solo así podremos construir una ciudad más segura, ordenada y próspera para todos. La hora del cambio ha llegado, ¿estaremos a la altura?

 

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