Por Rubén Darío Valencia
Periodista - escritor
Han sido 100 días de un gobierno vibrante, efectivo, aterrizado, real, de uso público y servicio social, de soluciones, de tareas en caliente, de gobernanza, lejos del ruido mediático estéril y de los incendios políticos como los que ya queman otras toldas. Porque a la gobernadora Dilian Francisca Toro ya no la deslumbran los espejismos de antiguas idolatrías ni la engañan los discursos de plaza en domingo. Ya quemó esa etapa.
Ella sabe que esta es su oportunidad de oro para cerrar un exitoso ciclo al servicio de los vallecaucanos, ejercicio que ciertamente puede ser ingrato, pero que le ha permitido gastarse en la política electoral (tan dura y peliaguda) y darse toda en la de las ideas, del gobierno y del servicio.
Ella entiende que este proceso, que lleva tres periodos marcando el paso de la vallecaucanidad misma, le han permitido erigirse como una mujer de clase presidencial, referente político, jefe de un movimiento de almas, pensamientos e ideas organizadas alrededor de una consigna: servir al Valle del Cauca, y ejemplo de la templanza, el poder y la capacidad de la mujer en Colombia.
Pero también sabe que en ese camino se ha granjeado contradictores ideológicos que se ha planteado como molinos de viento a los que ha tenido que confrontar con elegancia, incluso con vehemencia y verticalidad cuando estos han tocado las puertas de su dignidad y han complotado con mezquindad contra sus desafíos y sus ejecutorias.
Por eso, más allá de pavonearse por los foros como una influencer de pacotilla, desatando odios y alimentando su ego, ella ha estado caminando por los pueblos del departamento con la gente real que necesita su liderazgo real, cercano, efectivo, sin aspavientos. Su trabajo en la seguridad de una región que enfrenta desafíos nuevos y mayúsculos es encomiable. Ha realizado numerosos consejos de seguridad, ha dado instrucciones precisas y valientes a las autoridades regionales sin abandonarlas a su suerte, dando la cara a una desafiante criminalidad multimodal.
Avanza en proyectos que profundizan la acción de Estado regional en coordinación con la Asamblea del Valle e instituciones aliadas como Infivalle, y con organismos nacionales e internacionales, y prepara el camino para las grandes obras que vendrán en los próximos meses, con la ejecución de su propio plan de gobierno.
Ha logrado construir un equipo de Gobierno sólido, entusiasta, con experiencia, aconductado, sin estridencias, y una ejemplar articulación con el alcalde de Cali, Alejandro Eder, con quien hace una dupla modélica en Colombia.
Vienen sin duda muchas dificultades, derivadas del errático trasiego de la política nacional, la sequía de recursos (el Departamento no tiene plata), las amenazas que oscurecen el panorama del sistema de salud (uno de los escenarios donde ella mejor se mueve), y a las predicciones más pesimistas que profetizan una recesión y una caída en el empleo. Pero es precisamente el carácter de la gobernadora Dilian Francisca lo que nos da la certeza de que tenemos una líder con memoria institucional, metódica, firme, como una matriarca de elefante, que nos conducirá con seguridad por estos caminos turbulentos. Ella sabe dónde está el agua.
Ya lo hizo en el pasado, cuando nos sacó de la quiebra económica e institucional (recibió al Departamento en Ley 550 y lo sacó de allí); rescató el Hospital Universitario del Valle que estaba muerto y de contera a la red de salud, y puso a nuestra región en los lugares de honor en el deporte (Valle Oro Puro) y la industria. No lo podemos olvidar.
Incluso, el polémico Puente de Juanchito, una obra que heredó mal diseñada y desfinanciada desde su primer Gobierno, y que ha sido la estaca conque más palo le han dado en la instrumentalización de la protesta ciudadana, ha sido el reflejo de su trabajo metódico y resiliente: ni una queja, ni una mala palabra a sus contradictores, ni un solo post chueco en redes, mientras tanto trabaja para terminarlo y lo hará pronto, como fue su promesa de campaña. Y no hay nada que más le guste a Dilian que cumplir su palabra.
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