Por Carlos Arturo Oviedo
Administrador Publico - Consultor editorial
La derrota en la consulta para la creación del Área Metropolitana del Sur Occidente (AMSO) no es una sorpresa. Era un resultado previsible, anunciado por una serie de errores estratégicos y políticos que, lejos de sumar adhesiones, generaron confusión entre los ciudadanos.
Cuando una iniciativa de esta magnitud carece de transparencia y responsabilidad en su construcción, lo más probable es que termine fracasando. En este caso, el proyecto nació sin un diagnóstico claro de las problemáticas específicas de los territorios involucrados. La falta de un proceso de construcción serio y estructurado con las comunidades objeto y de fundamentos técnicos sólidos debilitó desde el inicio su credibilidad, esto es nacio muerta. Por si fuera poco, los promotores del área metropolitana, en lugar de aclarar los impactos político-administrativos, decidieron alentar temores y confusión con información poco precisa, lo que terminó por minar aún más la confianza de los votantes.
El alcalde Alejandro Eder, quien impulsó con mayor ímpetu la iniciativa, a ultima hora, sin una agenda clara del propósito de estas elecciones a lo mejor pensando que tenia un amplio capital político después de la COP 16, queda ahora en una posición política vulnerable. No es un secreto que su capital político proviene, principalmente, de los caleños de a pie, los mismos que en esta ocasión decidieron darle la espalda. Su decisión de buscar alianzas con políticos tradicionales, muchos de los cuales no formaron parte de su base electoral inicial, fue una apuesta arriesgada que no dio frutos. Peor aún, esta desconexión con sus electores naturales podría ser la antesala de una revocatoria que se ha estado gestando en el ambiente político de la ciudad.
Además, el impulso que Eder había logrado en la COP16, posicionando a Cali en la agenda ambiental y urbana internacional, parece ahora estancada. La ciudad requiere un liderazgo sólido, cercano y coherente con las necesidades de sus habitantes más vulnerables. Este revés debe servir como una llamada de atención para el alcalde, quien aún está a tiempo de retomar el rumbo.
Es determinante que, a partir de ahora, los proyectos que se planteen estén anclados en estudios técnicos rigurosos, que consulten las realidades y expectativas de los territorios y, sobre todo, que se comuniquen con honestidad y precisión a los ciudadanos. Sin ese mínimo de responsabilidad, cualquier propuesta está destinada al fracaso.
Cali y su área de influencia necesitan soluciones reales a problemas complejos, pero estas deben construirse desde abajo hacia arriba, con la participación activa de la ciudadanía y con liderazgos comprometidos con el bien común. El alcalde Eder tiene una tarea urgente: Reconectar con la gente que lo eligió y demostrar que es capaz de liderar con transparencia y eficacia. La ciudad no puede permitirse seguir languideciendo.
El señor alcalde Primero debería pensar en administrar bien a Cali y luego si pensar en Bogotá, pero está haciendo las cosas al revés.