Por Miguel Ángel Arango
Los días jueves y viernes de la semana fueron terribles para el alcalde de Cali, Alejandro Eder. La vertiginosa caída de su imagen y la creciente desaprobación a su gobierno condujeron al mandatario a cometer errores como invitar al silencio a los medios de comunicación.
Su inaudita exhortación a periodistas y ciudadanos que cumplen un papel similar en redes y medios alternativos para que guarden silencio frente a las noticias rojas ha causado un rechazo unánime de la comunidad caleña. Su estrategia es ignorar homicidios y recurrentes atracos callejeros y al pequeño comercio para que todos asumamos que no pasa nada que vivimos en Suiza y no en Cali.
La seguridad en Cali no va a mejorar silenciando la prensa libre. Hace una semana una de sus funcionarias de confianza hizo una encerrona con periodistas a quienes cuestionó por informar con la verdad y luego les dijo que en dos meses sale la pauta y según lo que contaron los mismos colegas hasta les ofrecieron subsidios para vivienda.
¿Por qué y para qué quieren un periodismo silenciado? Van a continuar con la figura de convenios interadministrativos para eludir licitaciones?
Como reacción a su desplome en las encuestas salió a decirles a los periodistas que ya llega la inversión de empresarios japoneses y presentó la noticia como si los resultado comenzaran a verse desde este viernes. La misma calentura lo llevó a decir que van a llegar regalados cien buses de Dubái para fortalecer el transporte masivo y cree que para el próximo primero de mayo estarán rodando por los huecos de Cali.
Si Eder no se tranquiliza se reventará más rápido que el exalcalde Jorge Iván Ospina. El concejal de la Alianza Verde, Rodrigo Salazar, dijo que lo peor que le le puede suceder al alcalde es perder la confianza de los caleños y luego descalificó el despropósito del secretario de gobierno y su convenio interadministrativo para eludir la licitación. Y la advertencia viene de un líder político cuyo jefe político fue un desastre y quien ineluctablemente irá a una prisión.
Cuando un gobernante cae en desgracia frente a sus conciudadanos es casi imposible que se pueda levantar. El alcalde debe hacer gestos como destituir a su secretario de gobierno de gobierno Andrés Felipe Stapper y hacer una conminación pública a los bogotanos que maltratan a trabajadores decentes del gobierno local para que cesen sus atropellos.
El alcalde Eder trató con desdén a la clase política. Desconoció la nueva realidad política que dejó el proceso electoral del pasado mes de octubre y luego de utilizar a líderes, concejales y congresistas tomó distancia a la hora de armar su gabinete.
El desprecio es tan grande que se dio el lujo de importar desde Bogotá al ochenta por ciento de sus funcionarios y gran parte de estos con poca o nula inexperiencia y otros con peligroso pasado en organismos de control.
Para finales de este mes se espera que inicie el estudio del proyecto de acuerdo del plan de desarrollo de la ciudad. Momento crítico para la administración que llega con su alcalde debilitado y quien no la tendrá fácil para que le aprueben lo que necesite.
Los funcionarios déspotas que gritan y putean subalternos irán al concejo a dar explicaciones y defender lo que contiene el plan de desarrollo. Como ya hay evidencias de corrupción de uno los secretarios los concejales más experimentados fijaran sus ojos para descubrir entuertos. Ese proyecto no debe servir para pagar favores de campaña como acostumbran los alcaldes que resultan elegidos con el respaldo de las chequeras de poderosos empresarios.
Si en el concejo se refleja el descontento de los ciudadanos asistiremos a discusiones interesantes y complejas. Las encuestas cotizan a los concejales.
Comments