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CALI, DISTRITO BIODIVERSO: DEL LEGADO DE LA COP16 ALPOT DEL BIEN COMÚN

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    Redacción
  • hace 6 días
  • 4 Min. de lectura

Por Pedro Luis Barco Díaz, Caronte.

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El doctor Jaime Berdugo Pérez, viceministro del Interior y alcalde Ad

Hoc de Cali para el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT),

recibió a nuestro Colectivo Ambiental y Biodiverso acompañado por la

vallecaucana Nora Mondragón, directora de Seguridad y Convivencia.

Escuchó nuestra propuesta y prometió examinarla con detenimiento.

Planteamos que el POT debe abrir una travesía luminosa, dotándose

de los elementos técnicos y normativos que permitan convertir a Cali

en la Capital Mundial de la Biodiversidad. Una visión que articule

justicia ecológica, resiliencia hídrica y urbanismo sostenible, capaz de

reconciliar la ciudad con su entorno natural y proyectarla como

referente global.

Hasta ahora, el proceso ha tenido escasa visibilidad, pese a ser la

norma que define cómo habitamos y respiramos la ciudad. El POT es

la partitura vital que armoniza lo urbano y lo rural, preservando

comunidad, cultura y naturaleza.

La historia urbana de Cali es aleccionadora. El Plan Piloto de 1950,

concebido para ordenar la ciudad y proteger las tierras inundables del

Cauca, fue desvirtuado por presiones inmobiliarias y ambiciones

económicas. Obras como el Jarillón y el Canal Interceptor CVC-Sur,

aunque facilitaron la expansión, dejaron secuelas graves: ocupación

de zonas de riesgo, relleno de humedales, degradación de ríos y

ubicación de infraestructura crítica en territorios vulnerables al cambio

climático.

Hoy padecemos una infraestructura absurda en el manejo integral del

agua: el Canal Interceptor descarga aguas negras en el Cauca; cinco

kilómetros después está la bocatoma que abastece el 80% del agua

potable; y más adelante, una PTAR que apenas trata un tercio del

alcantarillado. Un verdadero mundo al revés, donde la ciudad se


ordena no por la sabiduría del agua sino por la arbitrariedad de la

mecánica.

Tuvieron que pasar 488 años desde la fundación de Cali para que el

presidente Petro, al designarnos sede de la COP16 de Biodiversidad,

nos recordara que esta ciudad no es solo -por ley- un Distrito Especial

Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servicios, sino también

un Distrito Biodiverso, que exige un POT eminentemente biodiverso.

La Meta 12 del Acuerdo Kunming-Montreal, esencia misma de la COP,

ordena que las metrópolis conecten sus parques mediante senderos

ecológicos y los enlacen con la ruralidad, tejiendo así una red de

bosques urbanos. Cali, en este punto de quiebre histórico, tiene la

oportunidad de convertir esa visión en realidad.

¿Por qué Cali?

• Porque a solo 10 km se erige el Parque Nacional Natural

Farallones, un santuario de casi 200.000 hectáreas con gran fauna de

felinos, ungulados y osos andinos.

• Porque entre las grandes ciudades biodiversas del planeta

—Manaos, Nairobi, Cusco, Darwin— Cali es la única que ha realizado

una COP de biodiversidad.

• Porque casi un millón de personas en la Zona Verde de la

COP16 demostraron una sed inmensa de conocimiento y conexión

con la naturaleza.

• Porque contamos con 23 bosques urbanos y tres millones de

metros cuadrados de verde comunitario, que nos vinculan a la

iniciativa internacional Cities4Forest.

• Porque además del espléndido Parque Integral Cristo Rey, tenemos

el Parque Pacífico, el Boulevard de Oriente y el Parque Corazón de

Pance -hoy Parque de la Biodiversidad COP16-, cuotas iniciales de la

futura Capital Mundial de la Biodiversidad.

• Porque aún nos esperan decisiones audaces: relocalizar la Base

Aérea Marco Fidel Suárez y la Tercera Brigada, liberar suelos


estratégicos para nuevos bosques urbanos, y destrabar el Parque de

la Cincuenta para conectarlo con los Farallones. Tierra hay de sobra:

la SAE dispone de 25.000 hectáreas de terrenos en el Valle del Cauca

incautados que podrían convertirse en el sustrato de esta

transformación.

El nuevo POT no puede fallar. Debe propiciar la conexión entre el

Parque Nacional Natural Farallones y el río Cauca, hoy incomunicados

por una conurbación abigarrada que arranca en la primera casa de

Yumbo y termina en la última de Jamundí: un muro hostil de 50 km. La

consigna es clara: no meter la ciudad en el bosque, sino traer el

bosque a la ciudad.

También debemos devolver la integridad a nuestros siete ríos

—Cauca, Aguacatal, Cali, Cañaveralejo, Meléndez, Pance y Lili—. El

POT debe:

• Garantizar la Zona Protectora Riparia: cumplir y ampliar la franja

de protección de 30 metros a cada lado del cauce, como lo estipula el

decreto 1449 de 1977.

• Re-naturalizar cauces: avanzar en la descanalización progresiva

de tramos críticos, recuperando funcionalidad ecológica y resiliencia

ante inundaciones.

Y para evitar la expansión descontrolada que devora ecosistemas, el

POT debe fomentar:

• Redensificación inteligente: vivienda vertical y mezcla de usos

del suelo en corredores de transporte público.

• Regeneración de suelo urbano: rehabilitar áreas deterioradas y

subutilizadas, priorizando nuevos bosques urbanos y espacios

públicos de calidad.

El POT 2026 es la herramienta para materializar ese legado,

posicionando a Cali no solo como la Capital Mundial de la Salsa, sino

como la Capital Mundial de la Biodiversidad, donde progreso urbano y

armonía natural son dos caras de la misma moneda.


De nuestra conversación con el viceministro y alcalde Ad Hoc para el

POT de Cali, queda la imagen viva de su entusiasmo por regresar

pronto a la ciudad y recorrer, a pie y con mirada crítica, las rampas que

ascienden desde San Fernando hasta Cristo Rey. También brilló su

lúcida convicción: el bien común debe ser el eje rector del

ordenamiento territorial, principio que trasciende intereses particulares

y asegura que la ciudad se piense como patrimonio colectivo. El nuevo

POT debe ser un documento técnicamente robusto y jurídicamente

blindado contra los intereses especulativos, que priorice la seguridad

hídrica y la integridad ecológica como fundamentos del desarrollo.

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