Por Rubén Darío Valencia
Periodista - escritor
La bacanal de Baco, el dios pagano del vino y la gula que grotescamente se servía en la polémica inauguración de los Juegos Olímpicos de Francia en una ‘Ultima Cena’ de burlas, ha indignado, y con razón, a todo el mundo cristiano, y aún el musulmán.
Y no solo fue una protesta de la extrema derecha y de la Iglesia Católica conservadora, es decir, una minoría, como lo dicen los funcionarios del Gobierno galo, los organizadores del evento insultante y los medios de comunicación abiertamente sesgado. No, fueron miles de millones de personas en todo el mundo que siguen a Jesús con ardentía y fe renovadas cada siglo (como está escrito será hasta el fin de los tiempos), los que levantaron su voz por la afrenta calculada y maligna a los valores históricos, teológicos, pero sobre todo espirituales de su ministerio en la tierra.
Ya se ha dicho mucho de lo que fue esa puesta en escena, sin duda alguna, de la más pura esencia globalista que busca derrotar a Dios en el mundo: bailes hipersexualizados y grotescos, en una aparente búsqueda de igualdad e inclusión de gente desesperada y confundida que anda en busca de paz en el lugar equivocado: lejos de Dios justo y misericordioso. Que acepta lo que le ofrece el mundo y sus valores corruptos y caídos, llenos de placeres y riquezas fatuas, sin valor espiritual y que los arrastran camino al vacío de la muerte eterna.
Como cristianos, y quizá esto es lo que fastidia a los que han decidido vivir sin Dios, debemos defender la verdad eterna y contradecir a quienes promueven la negación de ella, como la Francia olímpica.
El globalismo, en términos generales, se refiere a la idea de un mundo interconectado y la promoción de un gobierno internacional. Sin embargo, puede traer consigo ideologías que entran en conflicto con los valores cristianos, como el relativismo moral (el aborto, la eutanasia, la aniquilación de la familia parental), el humanismo de nueva era, ese que pone al hombre y sus logros en el centro del universo y no a Dios, y la refutación del género humano como diseño divino (ser hombre o mujer no son una asignación natural sino una construcción ideológica y cultural, sostienen).
¿Qué debemos hacer, entonces, los cristianos frente a los desafíos, ya predestinados desde la eternidad, que atacarán nuestra fe y nuestra comunión con Dios?
1. Afirmar la Soberanía de Dios:
La Biblia enseña que Dios es soberano sobre toda la Creación y las naciones. En Daniel 4:17, se dice: “El Altísimo gobierna sobre el reino de los hombres, y a quien Él quiere lo da”. Esta afirmación de la soberanía de Dios es un recordatorio de que, independientemente de las estructuras globales, Dios tiene el control supremo.
2. Preservar la Identidad Cristiana:
Pablo exhorta a los cristianos a no conformarse a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de su mente (Romanos 12:2). Esto implica que, aunque vivamos en un mundo globalizado, debemos mantener nuestra identidad y valores cristianos, evitando conformarnos a ideologías que contradicen la enseñanza bíblica.
3. Promover la Justicia y la Verdad:
El globalismo puede promover una visión de justicia social y derechos humanos, que en principio pueden alinearse con los valores cristianos. Sin embargo, la Biblia insta a los cristianos a fundamentar su comprensión de la justicia en la verdad de Dios. En Miqueas 6:8, se nos recuerda: “¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno! ¿Y qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
4. Defender la unidad de la iglesia:
La Biblia subraya la importancia de la comunidad local y la iglesia como el cuerpo de Cristo. En Hebreos 10:25, se nos exhorta a “no dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
5. Discernir con Sabiduría:
La Biblia nos llama a ser sabios y discernir los tiempos. En Efesios 5:15-17, Pablo escribe: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Este discernimiento es crucial para identificar y resistir ideologías globalistas que puedan contradecir la fe cristiana.
La Biblia nos ofrece una guía clara y sólida para enfrentar cualquier ideología que pueda desafiar nuestra fe. No nos confundamos ni nos dejemos provocar por los descreídos que adoran lo creado y no al Creador y que caminan, como hoy lo hace Francia, por un desierto lleno de huesos secos (Ezequiel 37:1-14).
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