A BARAJAR DE NUEVO
- Redacción
- 28 may
- 3 Min. de lectura
Por Miguel Ángel Arango
La nueva realidad y las elecciones

Acabamos de iniciar una larga y tortuosa campaña que nos llevará a las consultas populares para escoger candidatos, a elecciones de congresistas y de presidente que podría terminar el último domingo de mayo o tres semanas después con la segunda vuelta. El escenario político y social es distinto como lo son las coyunturas del país con relación al 2022.
Hoy el presidente no es Iván Duque ni otro personaje de la derecha ni del empresariado. Lo que significa que pierde esencia el inveterado discurso de la izquierda de acusar de corrupción al gobierno de turno y atribuirle a la derecha la responsabilidad de todos los males que agobian al país. Circunstancias que hace tres años permitió a la izquierda como la opción salvadora para Colombia. La novedad es que hoy no roban los de derecha hoy roban los de izquierda. Él país naufraga en un inmenso mar de incertidumbre frente al presente y futuro pero también un amplio sector del electorado se hunde en el pesimismo y frustración porque por ninguna parte apareció el cambio que buscaron en las urnas al votar masivamente por una propuesta diferente. El desencanto es enorme.
Surgen interrogantes preelectorales y uno de ellos es cómo va a votar el ciudadano que apoyó al Pacto Histórico. ¿Los colombianos castigaran a los congresistas de la gran coalición política que decidió el nuevo rumbo del país? También vale cuestionarse de que manera impactará en la decisión del voto los miles de descalabros en que ha incurrido el gobierno de Gustavo Petro, en medio de un aquelarre con los dineros públicos.
Y al otro lado surgen interrogantes igual de atractivos. ¿Colombia premiará a legisladores y partidos que se declararon en oposición, denunciaron la corrupción y a la vez hundieron reformas supuestamente sociales pero consideradas riesgosas? Qué suerte correrán en sus regiones los representantes a la cámara, siempre suntuosos y con discursos solo desopilantes incapaces de demostrar los aciertos de un gobierno desvaído y en las postrimerías de su periodo.
¿Qué harán senadores y representantes a la cámara, mediocres por solemnidad y acostumbrados a pagar miles de millones de pesos para comprar los votos con que son elegidos?. Sin posibilidades de acceder a la teta de la contratación de la nación de dónde sacaran senadores el dinero para financiar diez y hasta veinte representantes a la cámara para que les endosen los votos para conservar curules.
El panorama es complejo e incierto. La decepción se siente por todas partes pero también se observa desprecio por el gobierno y por políticos y sin exclusiones. Todo lo que hoy huele a política hiede. Ese desencanto nos conduce a un estado de crispación general que puede traer como consecuencia alta abstención o en su defecto la irrupción de nuevos liderazgos representados por personas ajenas a la política. Fenómenos políticos como los de la Nueva Fuerza Ciudadana, Alianza Democrática M19 y Pacto Históricos son ejemplos de esos estados de ánimo convulsos de los votantes.
REALIDAD
El otro nuevo elemento determinante en el voto es la facilidad con que el mundo hoy puede acceder a la información. Las redes sociales y los mismos medios de comunicación entregan al instante y con capacidad de crítica la información que hace diez o veinte años era desconocida por las personas.
Cada vez será más difícil conservar el voto amarrado y la incidencia de la prima o el tío para direccionar el voto será menor. El ciudad tiene elementos de juicio para medir el compromiso y la idoneidad de la persona a la que va a privilegiar con su voto.
Por las anteriores circunstancias y por las nuevas que se puedan presentar en la inminencia del gran debate político esta campaña y las elecciones del 2026 prometen ser las más impredecibles pero también las más apasionantes de los últimos años.
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